Tuesday, April 14, 2020


Revisión del libro “Extraterrestres – del Mito a la Ciencia


Segunda Parte – "La Astrobiología y la búsqueda de vida extraterrestre"


La segunda parte del libro es de carácter más científico, pues contiene diversos artículos escritos por científicos ligados a la astrobiología, astronomía o astrofísica. Todos ellos tienen credenciales científicas, excepto Ricardo Campo, quien es filósofo. En general, todos los artículos son de muy buena calidad en cuanto a la divulgación de la ciencia. No obstante, todos son cautos a la hora de entregar conclusiones, es decir, que dicho de manera franca, no hay certezas de nada. Dicho, de manera pesimista, estos científicos no saben si hay vida allá afuera, quizá con la excepción de Julián Chela-Flores, quien parece ser más valiente (o sagaz) en decir que la vida inteligente bien puede existir en otros lugares, y Eduardo Guerrero, quien dice que debieran existir allá afuera muchos planetas con vida.

El primer capítulo es de Ricardo Campo, quien no aborda un tema directamente científico, sino más bien histórico, pues revisa todas las especulaciones acerca de la existencia de vida en otros planetas, desde la antigüedad hasta ahora. El lector podrá sorprenderse por la gran cantidad de filósofos y eruditos que desde la antigüedad han razonado sobre la posibilidad de vida en otros mundos, y existencia de tales mundos. Revisemos a algunos de los autores.

Manuel Vásquez Abeledo


El capítulo de Manuel Vásquez Abeledo constituye un interesante compendio de ideas relacionadas con la astrobiología, la factibilidad de vida en otros planetas, filosofía de la astrobiología, un poco de SETI, y unas palabras sobre la divulgación de la astrobiología.

Vásquez indica que la astrobiología aún no está en condiciones de aplicar el método científico sobre algún dato de observación de vida extraterrestre, pues como es sabido, no hemos encontrado ningún planeta con vida aún. Al respecto, es cuidadoso y enfático al recalcar que cualquier afirmación que se haga sobre la vida fuera de este planeta es hasta ahora mera especulación, y que puede ser influenciada por las ideas de carácter religioso o filosófico que pudiera tener el científico de turno.

Si bien es recomendable ser cuidadoso a la hora de hablar sobre vida en otros planetas, Vásquez exagera en sus recatos, pues tiene la mala idea de titular a su capitulo “La vida, ¿una rareza o un fenómeno universal?”, siendo que lamentablemente su articulo no responde a esa pregunta. Aparentemente, leyendo el artículo, da la impresión de que Vásquez ha llegado a una conclusión pesimista acerca de la abundancia de vida inteligente en otros planetas, pero lamentablemente el artículo no responde explícitamente la pregunta de su título, y no responde la pregunta ni en el caso de vida bacteriana, ni tampoco en el caso de vida inteligente.

Vásquez indica que los seres multicelulares aparecieron sobre nuestro planeta hace 600 millones de años, pero que sin embargo estos requieren que las condiciones de habitabilidad (es decir capa de ozono y atmósfera de oxigeno) se hayan mantenido por 3000 mil millones de años (a partir de ahora notaré “millones de años” = Ma). No explica bien Vásquez por qué razón necesitarían de 3000 MaP de habitabilidad, unos seres que solo llevan 600 Ma sobre la faz de la tierra. No digo que tal razón no exista, solamente que no queda bien clara. De hecho, en el siguiente capítulo, Julián Chela-Flores indica que los niveles de oxigeno eran bastante bajos hace 2100 Ma y que recién hace 1500 Ma se habrían alcanzado los niveles actuales de oxigeno, todo lo cual aparentemente contradice la exigencia de Vásquez de que debieron mantenerse las condiciones de habitabilidad durante 3000 Ma. Es decir, aparentemente allí habría un error de Vásquez, pues no serían necesarios los 3000Ma (al menos en lo que respecta al oxigeno).

Basándose en que el ciclo del dióxido de carbono (el cual afortunadamente regula la temperatura en la Tierra) depende de la energía geotérmica del centro de la Tierra, la cual se agotará inevitablemente, indica Vásquez que el intervalo de tiempo en que un planeta similar a la Tierra puede sostener vida multicelular corresponde aproximadamente a un 10% de la duración del periodo de estabilidad de su estrella, pero no indica Vásquez cual es el periodo total de estabilidad de una estrella como el Sol, en resumen, no indica a cuantos años corresponde ese 10%. ¿Como puede uno saber si ese 10% es mucho o poco?

Da la impresión de que el artículo de Vásquez no es de data muy reciente, ni está actualizado, pues indica que el Big-Bang ocurrió hace unos 12 mil Ma, siendo muy conocido el valor actualmente aceptado de 13.7 mil Ma. (Ojo, que no estoy diciendo que Vásquez haya escrito este artículo hace 1.7mil Ma!)

A pesar de mis críticas, el capítulo de Vásquez es muy instructivo y recomendable para leer.

Julián Chela-Flores


El siguiente capítulo está a cargo del astrobiólogo Julián Chela-Flores. En mi opinión es el hombre con mejores credenciales (dentro los autores del libro) en cuanto a opinión sobre posible vida fuera de la Tierra, considerando que tiene numerosas publicaciones especializadas dentro de la astrobiología.

Chela-Flores entrega una interesante visión general de varios temas, entre los cuales se cuenta la historia de la vida en la Tierra, los orígenes de la vida, las perspectivas de que los planetas y cuerpos del sistema solar pudieran albergar vida, terminando con reflexiones acerca de si la inteligencia humana es única en el universo o no lo es.

Chela-Flores indica que existen evidencias de bacterias que datan de hace 3800 Ma, razón por la cual se cree que la vida debe haber comenzado mucho antes, es decir cuando se apareció el agua sobre la Tierra. (No indica Chela-Flores cuando habría aparecido el agua sobre la faz de la Tierra, y quizá esa pregunta de mi parte sea un poco menos que absurda).

Un punto al que Chela-Flores da una cierta importancia se refiere a la aparición relativamente temprana de precursores de células procarióticas ya hace 2700 Ma, y de células eucarióticas hace 2000 Ma, siendo la célula eucariótica la que caracteriza a las especies que han logrado un alto grado de encefalización en nuestro planeta.

Apunta Chela-Flores que siendo el ser humano una única especie entre 30 millones de especies que habitan la faz de la Tierra, sería extremadamente difícil que volviera a aparecer sobre la faz de algún otro planeta una especie igual a la especie humana. Sin embargo, aclara que una cosa es que no puedan repetirse los seres humanos, y otra muy distinta es que no pueda repetirse una inteligencia equivalente a la humana. Argumenta Chela-Flores que no se requiere una replica exacta del ser humano para que exista una especie inteligente. Indica que algunas ideas de la evolución convergente dan pie a que la inteligencia podría surgir en otras especies, aunque éstas siguieran caminos evolutivos diferentes. Chela-Flores entrega un ejemplo en que dos especies de moluscos que han seguido trayectorias evolutivas diferentes y que tienen anatomías internas diferentes, presentan una similitud en su concha, indicando que podría ocurrir algo análogo con la inteligencia, y que por lo tanto, opina Chela-Flores que es posible que la inteligencia haya podido repetirse en otros lugares de la galaxia, que tengan el ambiente adecuado para la vida.

Eduardo Lorenzo Martín Guerrero de Escalante.


Este hombre de tantos nombres hace entrega de un impecable y actualizado capítulo que nos habla de las técnicas de detección de planetas alrededor de otras estrellas. Entre las técnicas se cuentan:
  • Astrometría
  • Velocidad Radial (el método mas importante)
  • Interferometría
  • Tránsitos
  • Imagen Directa
  • Microlentes Gravitatorias
  • Morfología de discos circunestelares
Estas técnicas pueden combinarse para obtener mejor información sobre un cierto planeta detectado. La mayoría de los planetas han sido detectados por primera vez con el Método de la Velocidad Radial, la cual mide mediante efecto Doppler lumínico la velocidad de acercamiento y alejamiento de la estrella observada, pudiendo a partir de este movimiento deducir la existencia de un planeta que hace bambolearse a la estrella en cuestión. Una limitante de este método es que no permite conocer la masa del planeta en cuestión pues solo se está midiendo la componente radial de la velocidad de la estrella con respecto al planeta Tierra como origen, y no a las componentes angulares (es decir en aquellas que se observan en el plano del cielo, como en el caso del movimiento de la luna, por ejemplo).

El método de la Astrometría es similar al método de la Velocidad Radial, solamente que el bamboleo de la estrella es medido en las componentes angulares, y no se utilizan técnicas de efecto Doppler, sino la imagen directa de la posición de la estrella en cuestión. Este método no es útil por el momento (2008) debido a que resulta muy difícil medir el bamboleo de las estrellas lejanas.

El método de Interferometría permite que con dos telescopios cercanos pueda anularse o disminuirse la intensidad de la luz de la estrella principal, dejando al planeta más fácil de ver. Al momento de escribirse el libro (2008), esta técnica aun no ha rendido sus frutos.

Por su parte, el método de los Tránsitos permite detectar la disminución en la intensidad luminosa de una estrella cuando el planeta que la orbita pasa justo entre la estrella y nuestra visión desde la Tierra. Este método es importante y promete ir adquiriendo mayor precisión en el futuro, pues se podría implementar desde satélites orbitando la tierra, pudiendo en el futuro detectarse planetas del tamaño de la Tierra.

Posteriormente Martín entrega su visión de las características principales que tienen los exoplanetas hasta ahora descubiertos. Los planetas descubiertos hasta ahora son cuerpos gigantes, de masas comparables de las de nuestro Júpiter, e incluso mayores. Además, se trata de planetas desmesuradamente cercanos a su estrella, con periodos de rotación muy cortos, entre uno y cinco días. (Compare el lector este valor con el periodo orbital del planeta Mercurio que es de 87 días). Dada su cercanía a su estrella, se deduce que estos planetas deben tener altas temperaturas. Eso sumado a su gran masa, ha causado que estos planetas sean denominados Jupiters Calientes (Hot Jupiters). Estos períodos orbitales extremadamente cortos constituyen un verdadero enigma dentro del modelo de formación y evolución de los planetas, ya que hasta el momento no habría una explicación clara para su cercanía. Ahora bien, Martín aclara que la razón de que hayan sido encontrados muchos planetas gigantes y cercanos a su estrella corresponde únicamente a que las técnicas de medición, hasta ahora poco sensibles, no permiten detectar bamboleos de las estrellas cuando tales bamboleos son producidos por planetas relativamente pequeños y más alejados de la estrella, como por ejemplo La Tierra. En resumen, las técnicas actuales no permiten, por el momento (año 2008), detectar planetas similares a la Tierra. Sin embargo, si se considera la distribución o histograma de masas de los planetas hasta ahora descubiertos se vislumbra aproximadamente que por cada planeta descubierto que tiene 10 veces la masa de Júpiter existen 10 planetas que tienen la masa de Júpiter, a partir de los cual se puede deducir que existe una gran (enorme diría yo) cantidad de planetas con masas similares a la de la Tierra.

Otra característica inusual de los planetas hasta ahora encontrados es su elevada excentricidad, es decir que su trayectoria alrededor de la estrella es bastante más elíptica que por ejemplo la de los planetas de nuestro sistema solar, los cuales tienen orbitas bastante más circunferenciales. Esto le da pie a Martín a sospechar que posiblemente los planetas con orbitas circulares son más bien escasos, y que por ende las condiciones de estabilidad climática de nuestro planeta son escasas en otros sistemas estelares, y por consiguiente la vida también podría ser un suceso infrecuente.

Personalmente yo no veo motivo para sostener seriamente tal sospecha y aquí es donde comienza una pequeña crítica al artículo de Martín, pues si consideramos que estos planetas tienen masas inmensas y periodos cortísimos, se refuerza la idea de que los planetas que somos capaces de detectar son más bien unos monstruos, posiblemente minoritarios, de gran masa y velocidad. Simplemente no sería admisible que a partir de tales monstruos siderales, pudieran sospecharse las características de excentricidad de lo que probablemente es el resto de la población normal y mayoritaria de planetas. Si yo tuviera un detector que únicamente pudiera detectar miembros de una raza de monstruos de 3 narices y de 5 orejas, ¿por qué habría yo de sorprenderme de que aquellos monstruos tuvieran, por ejemplo, 7 piernas?

El balance final de Martín es que es probable que existan muchos planetas con vida pues, a pesar de considerar que no habría muchos planetas similares a la Tierra, reconoce que nuestro planeta antiguamente era ambientalmente diferente al actual, y que ya entonces había vida aquí.

Cesar Esteban López


El siguiente aporte al libro proviene de Cesar Esteban López, quien desmenuza la Paradoja de Fermi, mencionando cuales podrían ser las soluciones a la misma, y los inconvenientes y fortalezas de tales soluciones. El articulo es muy completo y de buen nivel, y el autor no parece tener gran predilección por ninguna de las soluciones, aunque tal parece que algunas le disgustan más que otras. 

Como el lector sabrá, la Paradoja de Fermi postula que dado el conocido hecho de que el universo es inmenso y que por lo tanto debieran existir innumerables planetas habitados, la pregunta que constituye la paradoja es por qué no nos han visitado aún. En otras palabras: ¿Dónde diablos están los extraterrestres?

López se centra en presentar de forma rigurosa y bastante extensa las soluciones a la paradoja de Fermi, soluciones que se presentan a continuación:
  • Solución 1: No hay tal paradoja de Fermi, los extraterrestres ya visitan la tierra (en platillos voladores)
  • Solución 2: No hay seres inteligentes en la Galaxia en la actualidad
  • Solución 3: Somos los primeros seres inteligentes en el universo
  • Solución 4: Inteligencia y longevidad son incompatibles (en una civilización ET)
  • Solución 5: El viaje interestelar es técnicamente imposible
  • Solución 6: Tienen otras ocupaciones más importantes
  • Solución 7: Somos una especie protegida.
  • Solución 8: Ellos ya estuvieron aquí
De las soluciones indicadas, mencionaré las que me interesan desde el punto de vista ufológico, y que corresponden a las soluciones 1 y 7, las que coincidentemente, son las que más se le pueden criticar al autor.

La Solución 1 es descartada en forma rápida por López. Se pregunta este autor sobre cómo es posible que después de casi 60 años  de estudios de OVNIs y de miles de personas analizándolos, todavía no existe un corpus de evidencias objetivas. Asegura que dentro de la metodología científica este hecho es entendible solamente si no existe una causa real detrás del fenómeno.

Pocas líneas después viene la parte contradictoria. El autor asegura que el mismo vio luces extrañas durante su niñez, pero que el conocimiento actual sobre la naturaleza es limitado y que todavía existen fenómenos naturales poco conocidos y muy posiblemente incluso ignorados. De alguna extraña forma, según López, los ufólogos partidarios de la hipótesis extraterrestre hemos tenido un plazo más que suficiente de 60 años para demostrar la existencia de unos extraterrestres (que según yo podrían ser bastante inteligentes y astutos), pero por otra parte los ufólogos escépticos y los científicos tienen un tiempo sin límites para demostrar que los OVNIs son fenómenos naturales poco conocidos o incluso desconocidos. El doble rasero (o el punto ciego mental) de López es evidente en este párrafo.

Pasando a la Solución 7, ésta postula que los seres humanos serían una especie protegida, lo cual también puede asociarse a la idea de que seríamos los habitantes de algo así como un zoológico, mantenido o creado por extraterrestres, quienes se mantienen ocultos gracias a su capacidad tecnológica e inteligencia superior. A López parece no agradarle esta solución pues sería esencialmente infalsable, dada nuestra inferioridad e incapacidad de encontrar a los extraterrestres que estarían supuestamente ocultos. Y dado además que la falsabilidad es un requerimiento del método científico, la Solución 7 sería, por consiguiente, no científica, y supongo que por lo tanto debiera descartarse, declarándose virtualmente falsa. Quizá los científicos ortodoxos olvidan que la realidad es dinámica y que lo que hoy es infalsable, podría ser falsable (o verificable) mañana.

Posteriormente, el autor indica lo que parece ser otra falencia. Y es que si bien la Solución 7 indica que los extraterrestres podrían concebiblemente estar ocultos en nuestras cercanías, no existe actualmente un obstáculo para nosotros de poder observar las actividades de los extraterrestres en el espacio lejano y que, sin embargo, no hemos encontrado nada mirando con nuestros telescopios. La consideración que López no menciona en este punto, y que probablemente conoce bien, es que no es totalmente cierto que los humanos hemos mirado suficientemente al espacio exterior. Pongámonos serios y aceptemos la realidad: Los humanos NO somos, al día de hoy, realmente capaces de ver directamente otros planetas o una porción razonable (y con el detalle razonable) del universo lejano, ni tampoco del universo cercano. Las radio-búsquedas clásicas de SETI no son capaces de detectar la actividad de cualquier civilización lejana, sino solamente de aquellas civilizaciones que estén intencionalmente enviándonos señales. ¿Es eso realmente estar mirando de buena forma hacia el espacio exterior? No tanto, muy poco en realidad.

Daniel Altshuler


Este autor ha escrito un artículo variopinto que por un lado habla de la historia del gran Radiotelescopio de Arecibo, ubicado en Puerto Rico, que viene operando desde el año 1963, y por otro lado presenta las reflexiones de un miembro de SETI respecto de las posibilidades de contacto con vida extraterrestre. El artículo de Altshuler invita al pensamiento y es agradable de leer.

Altshuler especula que el grado de inteligencia de los extraterrestres podría estar limitada, es decir serían capaces de llegar solamente hasta un nivel de inteligencia suficiente para construir tecnología que incluya armas nucleares, pero a la vez, esta suficiente inteligencia les sería practica y no necesitarían adquirir más inteligencia, lo cual a su vez les impediría, por ejemplo, evitar utilizar las armas nucleares, lo que conllevaría su autodestrucción. Esto implicaría que la cantidad de civilizaciones inteligentes allá afuera sería relativamente baja.

Como es normal en las personas que trabajan en labores relacionadas con SETI, el razonamiento presentado es confuso. Por una parte, Altshuler muestra un cierto escepticismo o negativismo respecto de la cantidad de civilizaciones que pueden existir o el grado de inteligencia a la que puede llegar una civilización extraterrestre y por otro lado se muestra un optimismo respecto de que de todas formas deberían existir tales civilizaciones y que además debieran estar enviándonos señales para que sean captadas por nuestros radiotelescopios. Supongo que este comportamiento contradictorio se debe a que por un lado no debería existir una gran cantidad de civilizaciones como para que estén visitando nuestro planeta Tierra a montones, pero tampoco debiera ocurrir que las civilizaciones sean demasiado escasas, como para que nunca podamos escucharlas mediante nuestros radiotelescopios. Un miembro de SETI no puede sonar crédulo, ni tampoco puede ser tan escéptico como para abandonar la causa. Con todo, el artículo de Altshuler es agradable de leer.

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